Sembrando tus enigmas
has golpeado la celda
de este semillero eterno que soy.
Porque estoy sospechando
que me desnudaras el alma,
tierna y suavemente,
con tantos abrazos nuevos
que la harás tuya,
que harás que te sonría,
transparente, mirándote a los ojos.
Me descubrirás.
Y floreceré...
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