Eres perfectamente monstruosa en tu silencio
Eres perfectamente monstruosa en tu silencio.
Ya lo sé; preferible a un razonar.
Sin otro son que el ton: de vientre para afuera,
de boca para afuera, de corazón para afuera.
Pero me muerde el tiempo con que allá te abanicas;
armado de una pluma, entre el cachorro y la pared,
desnudo
hago como que juego a desangrarme
cuando, entre broma y broma, me desangro.
Como en la infancia pero aún más cruel que la
persecución de todos contra uno
o el castigo por llorar en horas de clase,
este silencio, ese silencio monstruoso
de alguien que te hizo entrar, acariciándote,
a su pequeño circo propio. Romano
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