En el brillo de tus colores verdaderos,
en tus ojos tristes, en el fin del vidrio,
la belleza contemplada es toda la grandeza
y toda la miseria también del mundo.
La sensatez de hoy,
esos pensamientos recatados y racionales,
el reflejo de la cobardía,
nos recuerda el tiempo en que no fuimos
ni cobardes, ni sensatos,
confiando en que el amor,
la poción que beben los amantes, narcóticos,
era la suma de toda nuestra existencia.
Somos la grandeza y la miseria,
lo fuimos, lo seguiremos siendo.
Los cables siguen donde mismo
mientras las historias de terror hacen lo suyo.
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